LA CAÍDA DEL MURO DE BERLÍN (1989)

En 1961 la RDA construyó el Muro de Berlín con acuerdo de la RFA y las potencias de Occidente, que no querían que los alemanes orientales afluyeran a la RFA en busca de “progreso”. El muro se extendía a lo largo de 45 kilómetros que dividían la ciudad de Berlín en dos y 115 kilómetros que rodeaban su parte Oeste para separarla de la RFA. Esta era una reacción burocrática a los levantamientos de Hungría del ’56 y Praga del ’68. El proceso revolucionario en Polonia del ‘81, terminó de convencer a toda la burocracia que tenían que ceder al imperialismo en las reformas precapitalistas, de lo contrario serían superados de forma revolucionaria por las masas. En 1986 Gorbachov intentó hacerlo de forma “pacífica” en la URSS pero fracasó. En 1988 se aceleró la crisis económica y la burocracia comenzó a resquebrajarse. Surgieron levantamientos como los de Armenia por reivindicaciones democráticas.
La caída del Muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989 fue el punto culminante de este proceso. La lucha de las masas, que comenzó en la RDA por reivindicaciones económicas y democráticas, se unió al pedido de reunificación, expresando un genuino anhelo democrático que el imperialismo y el estalinismo manipularon a su favor como parte de sus cálculos geopolíticos. Sesenta años de opresión burocrática y la falta de surgimiento de sectores que se propusieran hacer una revolución política manteniendo lo que quedaba de la economía nacionalizada y planificada pero barriendo a la burocracia y desarrollando organismos de democracia soviética, favorecieron al imperialismo. El imperialismo alemán deseaba anexarse Alemania del Este para tener mano de obra más barata y utilizar sus recursos económicos y mostrarse como líder del continente europeo, aunque sin competir con EE.UU.
En octubre de 1990 se firmó el Tratado de Unificación que hizo que las cuatro potencias (Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y la Unión Soviética) renunciasen a sus derechos, dando lugar a la reunificación del país. La división de los trabajadores alemanes continua, separada por un muro invisible, donde en la ex RDA reinan la inflación, la desocupación y la diferencia salarial con la parte occidental. Los trabajadores de Occidente venían de sufrir varias derrotas que les permitió a los países imperialistas (sobre todo a Gran Bretaña y EEUU) imponer lo que se llamó el “neoliberalismo”.
La caída del Muro abrió un debate en la izquierda. La mayoría de los partidos comunistas se reconvirtieron en socialdemócratas. Entre los trotskistas, hubo tres posiciones. Unos se negaron a la demanda de la reunificación, porque había que defender la República Democrática Alemana como Estado obrero (con burocracia incluida). Otros, plantearon simplemente la consigna de “reunificación ya”, sosteniendo que más allá que esta unificación se hiciera bajo dirección imperialista, la suma de las dos clases obreras fortalecería al proletariado alemán. El Partido de los Trabajadores Socialistas , sostuvo una posición diferente: había que partir de la demanda democrática de reunificación pero luchando por una posición independiente, de clase. Contra la reunificación restauradora imperialista, pero también contra el régimen opresor y restauracionista del estalinismo: por una reunificación obrera y socialista.
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